domingo, 29 de marzo de 2009

Confieso que soy culpable

Carlos Monsiváis


29 marzo 2009


Estado laico

Para rezar el rosario,mi hermano el que se murió,ése si era santulario,no pícaro como yo.Son jarocho

Hace 10 años el Estado laico era un término en desuso. No había necesidad de mencionarlo por ser una realidad histórica. Al llegar la derecha al poder en el 2000, la expresión Estado laico volvió a oírse por necesidad. Fox dijo descuidadamente: “¿El Estado laico, y eso con qué se come?”, o algo semejante, aunque lo común no era ni es discutir el término sino redefinirlo. Tanto los jerarcas católicos como los funcionarios del gobierno federal y alcaldes, diputados, senadores y gobernadores del PAN insisten en hacer del laicismo una mala palabra, una antigualla antirreligiosa, la intrusión del Estado en los derechos de los padres de familia.

La confusión se intensifica tratándose de los creyentes y evangelizadores que, por casualidad, son funcionarios. Tomo un ejemplo extremo, el de Ana Teresa Aranda, subsecretaria de Gobernación, encargada de Asuntos Religiosos; al celebrar su cumpleaños 55 (Milenio de Puebla, febrero de 2009), lanzó un sentido fervorín, algo de su estricto derecho de no estar acompañada de sus colaboradores, de no estar presentes los medios y de no ser ella, perdón por la repetición, subsecretaria de Gobernación encargada de Asuntos Religiosos.

Doña Ana Teresa afirmó su causa primordial y su criterio primordial: “Que Dios de verdad se compadezca y apoye nuestras solicitudes y también pedirle al Todopoderoso por nuestra patria, por nuestro México, porque creo que es un momento en el que debemos ser humildes para poner la rodilla en el suelo y decirle: Señor, estamos a tus órdenes y seguimos chambeando”.

¿Una subsecretaria de Gobernación puede olvidarse de esa condición en un acto tan público como lo indica la comparecencia de sus colaboradores? Ella, por lo pronto, es imperturbable: “Cuando yo digo gracias, estoy haciendo también una solicitud al cielo, le estoy pidiendo a Dios gracias, gracias, bendiciones para ustedes, para sus familias, muchas bendiciones, que Dios de verdad se compadezca y apoye nuestras solicitudes y también pedirle al Todopoderoso por nuestra patria, por nuestro México”.

No se discuten ni la sinceridad ni los derechos religiosos de doña Ana Teresa. Lo muy debatible es su desdén por el carácter laico del Estado que obliga a sus funcionarios a respetar todas las creencias (o ausencia de ellas) y a ser neutrales en asuntos religiosos. En el diario Intolerancia de Puebla, de la misma fecha, el periodista Mario Martell describe la reunión: “Fue como una tardeada sabatina de colegio de monjas.”, y transcribe el final del sermón: “Es el momento, Señor, estamos a tus órdenes, somos muy pocos los obreros de la mies, queremos tener una muy buena cosecha”.

* * *

¿Qué es hoy el Estado laico? Algo que el 4 de diciembre de 2008 despreció el Congreso de Baja California de mayoría panista, al reformar con el decreto 175 el artículo séptimo de la Constitución Política del estado, para considerar el derecho a la vida desde el momento de la concepción y derogar todas las leyes que contradijesen tal dogma. Esto implica la prohibición del aborto aun en situaciones que antes permitía la ley: en casos de violación, malformación del producto y/o incluso cuando la vida de la madre esté en riesgo.

Con esta reforma en vigencia:

—Una mujer que lleve en su vientre un feto anencefálico deberá finalizar su embarazo con un parto, aun si el producto está destinado a morir, con todas las implicaciones económicas y sicológicas que ello tiene sobre la madre y su familia.

—A una joven víctima de violación se le negará el uso de la pastilla de emergencia y se le obligará a terminar su embarazo con el parto, sin considerar lo que afecte este embarazo a su salud física y sicológica y a sus relaciones personales y familiares.

—Una señora mayor que resulte embarazada y a la que el parto ponga en riesgo su vida se le prohibirá el aborto, obligándola a morir.

—Quedan prohibidos la inseminación artificial, la fecundación in vitro y los métodos anticonceptivos como el DIU y la pastilla del día siguiente.

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“Esto no se puede resolver con la distribución de preservativos. Al contrario, incrementa el problema. La única solución es doble: la primera es una humanización de la sexualidad, una renovación humana y espiritual que traiga una nueva forma de comportamiento entre la gente; y en segundo lugar, una amistad sincera, especialmente hacia aquellos que están sufriendo”. Esto declaró al iniciar su viaje por África el papa Benedicto XVI, y esto acató la Secretaría de Educación del gobierno panista de Querétaro —Jacobo Pichardo Otero, Tribuna de Querétaro, 16 de febrero de 2009— al enviar al basurero de la historia la efectividad del condón. La secretaría sostiene en su página de internet, y sin aportar prueba científica alguna, que el condón falla entre 3% y 15%, lo que sería “igual de riesgoso a tomar un vaso de agua con un 3% de posibilidades de que (éste) contenga cianuro”.

La analogía es impresionante: usar el condón, y repito la tesis para convencerme de que sí la emitieron, es “igual de riesgoso a tomar un vaso de agua con un 3% de posibilidades de que (éste) contenga cianuro”. Ni siquiera vale argumentar que no usar condón podría equivaler a tomar un vaso de cianuro con la posibilidad de que contenga algo de agua. Esta afirmación es parte de los textos de la capacitación impartida al personal de la Unidad de Servicios para la Educación Básica en el Estado de Querétaro (Usebeq) en materia de educación afectiva y sexual, parte del programa “Cultivando valores”.

Además, la Usebeq considera que la educación sexual de los niños no debe ser una asignatura que “se vacía de contenido ético, se pone a la altura de las matemáticas, se llena de conocimientos anatómicos dirigidos al control de la natalidad, la prevención de infecciones y a matar el pudor natural”. Según tal capacitación, el sexo y la sexualidad no se refieren tan sólo al aspecto físico y biológico, sino a la persona como unidad y totalidad. Se recomienda a los maestros fomentar “la educación del pudor”, sin definir en qué consiste, “ya que es indispensable aprender el pudor desde pequeños; de igual forma, se recomienda no dar más datos de los necesarios a los niños, no tener espontaneidad ni descaro”, y atender sus dudas “a solas” ya que “todos los niños son diferentes”.

domingo, 22 de marzo de 2009

"Confieso que soy culpable"

Carlos Monsiváis

22 marzo 2009

En enero de 1968, en el Congreso de Intelectuales en La Habana, Fidel Castro compara favorablemente a los intelectuales con los militantes de los partidos comunistas de América Latina, en especial, es de suponerse, el boliviano, que dejó solo al Che Guevara. Ese mismo año, en agosto, Castro apoya a la invasión soviética de Checoslovaquia y reitera la incondicionalidad. El estalinismo ha perdido su clientela básica, y Castro, al disciplinarse, no convence aunque apenas se le critique por la necesidad de enfrentar como se pueda el acoso (muy real y criminal) del imperio de EU.

El de 1971 es el año del caso Padilla. Heberto Padilla, un buen poeta que ha ganado el premio de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), con su libro Fuera del juego, se empecina en la disidencia, y critica a la Revolución en conversaciones que graba la seguridad del Estado. Se cree a salvo por su condición de escritor. No es así. El Estado o el grupo de Fidel Castro no admiten tanta desfachatez y el “estalinismo tropical” lo detiene. En un manifiesto, protestan 64 intelectuales de América Latina y Europa. Reaparece Padilla en una sesión de la UNEAC y emite la típica confesión estalinista con elogios desmesurados a sus captores y autodenigraciones burdas: “Yo he cometido muchísimos errores, errores imperdonables, censurales, incalificables, y yo me siento verdaderamente ligero, verdaderamente feliz, después de toda esta experiencia que he tenido, de poder reiniciar mi vida con el espíritu con que quiero reiniciarla”.

La “confesión” de Padilla, que a la distancia parece intencionalmente paródica, y que recuerda las mucho más trágicas de las purgas de Moscú (1936-1939) y las de países del socialismo real (ver en La confesión, de Costa-Gavras, el testimonio del checo Arthur London), obliga al siguiente manifiesto de condena de los procedimientos y del exterminio de la libertad de expresión. No todos firman el segundo texto, Casa de las Américas responde con virulencia y Julio Cortázar, firmante de la primera carta, publica un poema, “Policrítica a la hora de los chacales”, quizá no su mejor texto, pero sí la expresión afligida de un escritor que no quiere ver dañada su utopía.

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Luego, en una sesión digna de la gran historia del melodrama latinoamericano, otros escritores reconocen sus culpas, alguno resiste (Norberto Fuentes) y José Lezama Lima produce una de sus grandes parábolas: “En el antiguo Egipto no se podía edificar a orillas del Nilo por culpa de los cocodrilos que infestaban y devoraban. Nadie sabía qué hacer hasta que un egipcio, naturalmente sabio, propuso capturar ratas y soltarlas a orillas del río. Los roedores cumplieron su cometido y devoraron los huevos de los cocodrilos, lo que permitió construir la ciudad”. Y Lezama Lima concluyó con la moraleja inesperada: “Los escritores son como las ratas”.

El caso Padilla deshace sin remedio la unanimidad de un amplio sector intelectual en el mundo que desde Casa de las Américas se extiende a Castro y las hazañas de su gobierno, verificables en educación y salud. Antes, en ocasión de la persecución de los gays, se han dado juicios públicos y confesiones. Después de Padilla, ya restringido el escándalo tienen lugar en La Habana otras detenciones y otros juicios. En su libro póstumo, Antes de que anochezca (1992), Reinaldo Arenas describe uno de esos hechos típicos y arquetípicos de esplendor de la homofobia, ahora calificados marginalmente de “errores de la Revolución”:

“Uno de los escándalos más sonados de aquel momento fue el arresto de Roberto Blanco y su juicio público. Era uno de los directores teatrales más importantes de Cuba entre los años 60 y 70, pero había cometido la imprudencia de mirar el falo erecto de uno de aquellos hermosos jóvenes y, esposado y pelado al rape, fue conducido a un juicio público que se celebró en el mismo teatro del cual era director. La humillación pública ha sido uno de los métodos más utilizados por Castro: la degradación de las personas ante un público, siempre dispuesto a burlarse de cualquier debilidad ajena o de cualquier persona caída en desgracia. Y no sólo la acusación, sino el arrepentimiento, entre golpes de pecho, ante un público que aplaudía y se reía. Y después, naturalmente, rapados y esposados, la purificación de sus debilidades en un campo de caña o cualquier otro trabajo agrícola”.

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En materia de extraer confesiones, abjuraciones, arrepentimientos sonoros y autoflagelaciones síquicas, nadie desafía a la Santa Inquisición, ese Tribunal de la Fe por cuyos crímenes, casi de soslayo, pidió perdón el Vaticano. Pero como sistema de aplastamiento de la conciencia el estalinismo no es menospreciable. Era tal el poder del régimen y era tan aplastante el saberse fuera de todo, de la Patria de los Pueblos, de la Revolución, de la mínima aprobación social, que las confesiones eran en rigor autoepitafios. Todavía en la primera etapa del castrismo las confesiones, en especial emitidas en grandes auditorios, eran aplastamientos rigurosos de los confesos. Ya Heberto Padilla puede disfrutar en lo íntimo su ejercicio de la parodia, algo negado a los soviéticos o los checos. Luego, por la gravedad de las acusaciones y del juicio mismo, el comandante Arnaldo Ochoa, el militar más condecorado de Cuba, es fusilado tras una confesión desgarrada y en algo parecida a la de los generales soviéticos.

En 2009, 20 años después del fusilamiento de Ochoa y Tony de la Guardia, las cartas idénticas y escuetas de Lage y Pérez Roque, calificados por Fidel Castro de “indignos” y de seducidos por “nuestros enemigos”, ya carecen del brío para exigir la hoguera que los depure. Son textos desganados, casi “renuncias por motivos de salud moral”, que ya no buscan convencer. ¿Quién les va a creer que “la traición” de dos discípulos cercanísimos de Castro apenas se descubra ahora si es que se dio como lo dice el comandante? Fuera de Cuba, nadie ha defendido el acto “justiciero” de la Revolución. No sólo faltan pruebas, ha desaparecido la voluntad de creer, tremolante en 1971 cuando el caso Padilla y aún conspicua cuando los juicios contra “los traidores a la Revolución” no merecieron el mínimo comentario de la izquierda que aprobó los campos concentracionarios para homosexuales, testigos de Jehová y antisociales.

Todo cambia, Lage y Pérez Roque han renunciado a sus numerosas encomiendas en el aparato, su perfil burocrático se desvanece y en estos días lo más estimulante ha sido la declaración de Lula ante Obama, al pedir el cese del bloqueo en Cuba y el trato justo a los gobiernos de la izquierda sudamericana.

domingo, 15 de marzo de 2009

La Revolución Cubana y el neostalinismo

Carlos Monsiváis

15 marzo 2009

En 1959 Fidel Castro, al frente del ejército revolucionario, entra a La Habana. En Iberoamérica el entusiasmo es extraordinario, al concretarse, en mezcla vertiginosa de sueños y realidades, el anhelo histórico: la victoria sobre el imperialismo estadounidense, en este caso la independencia de un país a 90 millas de EU. Es amplísimo el apoyo a la Revolución Cubana, y la mayoría de los intelectuales latinoamericanos se cree a las puertas de la genuina modernidad, ya no producto del acatamiento de la tecnología sino de la mezcla de experimentación y justicia social, de libertades formales y compromiso revolucionario.

Entre 1959 y 1970, va a Cuba una gran parte de los mejores escritores, artistas e intelectuales del mundo. Figuran Ezequiel Martínez Estrada, José Bianco, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Roberto Matta, Pablo Neruda, David Alfaro Siqueiros, Luis Cardoza y Aragón, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, José Emilio Pacheco, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Ángel Rama, David Viñas... Nunca antes un hecho político ha dispuesto de tantas resonancias culturales. Y para entenderse con lo que al principio no es “turismo revolucionario”, las autoridades de Cuba fundan en 1960 Casa de las Américas, destinada al diálogo con escritores, intelectuales y artistas afines a la Revolución. En julio de ese año aparece Casa de las Américas, revista dirigida por Antón Arrufat y Fausto Massó, que a lo largo de una década es centro impulsor de lecturas, debates, tendencias, revisiones que desembocan en otro canon de la cultura latinoamericana. Difunde a novelistas y poetas, de Rulfo a Vargas Llosa, de Aimé Cesaire a Mario Benedetti; informa de la necesidad de leer a Althusser y Fanon; documenta “la unidad profunda” de América Latina, mantenida pese a regionalismos y nacionalismos.

* * *

Los encuentros anuales del Premio Casa en La Habana y la propuesta de lecturas más unificadas de la literatura, las artes plásticas y la música orientan la sensibilidad que es adelanto de sociedades abiertas, tolerantes y críticas. El boom de la narrativa iberoamericana, inaugurado formalmente por la industria editorial española, es la idea compartida por autores y lectores de la novela como suprema experiencia vital que va de la brillantez formal a la ampliación de la conciencia. Si el libro irrefutable es Cien años de soledad, otros autores primordiales son Cortázar (Rayuela, Las armas secretas), Vargas Llosa (La ciudad y los perros, Conversación en la catedral) y Fuentes (La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz).

Se ratifican clásicos súbitamente latinoamericanos, y antes sólo argentinos, cubanos, mexicanos. Se lee de forma distinta y con espíritu un tanto “místico” a Rulfo (El llano en llamas, Pedro Páramo), Roberto Arlt (Los siete locos, El juguete rabioso), Adolfo Bioy Casares (La invención de Morel), Guimaraes Rosa (Gran Sertón, Veredas), Jorge Amado (Gabriela, clavo y canela), Juan Carlos Onetti (Juntacadáveres, Los astilleros), Macedonio Fernández. Y se frecuenta a narradores de primer orden que, sin el sello del boom, afianzan con su permanencia: Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres), José Donoso (Coronación, El lugar sin límite), Severo Sarduy (De donde son los cantantes). Y tres hombres de letras son esenciales en la integración de la nueva sensibilidad: Jorge Luis Borges, Octavio Paz y José Lezama Lima. Se dirigen a “comunidades de visión abierta”, para usar el término de Northrop Frye; a una minoría selecta, y van más allá y se vuelven emblemas de sus países y de la creatividad de la lengua. Y no hay división entre “puristas” y “comprometidos”, sino entre formas de intensidad.

La década de 1960 es el escenario del auge de la izquierda intelectual, y es una meta importantísima publicar en Casa, ser jurado o ganador de sus premios. Si la Revolución Cubana es recibida con júbilo casi unánime en 1959, la solidaridad se acrecienta en 1962, al ser expulsada Cuba de la OEA. Casa se convierte en el centro agitativo de la intelectualidad de izquierda, y su mensaje cunde y es creído: la utopía existe y su primera manifestación es Cuba. La estrategia de Casa es inequívoca: asumir que América Latina está dividida en pro o en contra de la Revolución, y suministrar elementos de combate intelectual. En el segundo número de la revista, como recuerda Nadia Lie en su útil Transición y transacción. La revista cubana Casa de las Américas (1960-1976), el editorial combina el resumen pesimista y la promesa del milagro:

“Si nos quedamos a pensar lo que es América para nosotros mismos quedaremos defraudados. Es una imagen deplorable de desasosiego y desorientación. El hombre americano está como perdido en un continente que es su enemigo y que no alcanza a hacer suyo. América es un continente sin rostro para muchos americanos y, por supuesto, para el resto del mundo... Pero si existe América, no es la que encontramos cada día, deshecha y superficial, sino la que en política ha demostrado que la utopía puede hacerse real”.

La militancia se predica y se exige. A los intelectuales y artistas se les ofrece un destino muy alto: oponer sus obras y sus ejemplos a las devastaciones del imperialismo. Casa de las Américas consigue adhesiones y resonancias. Se fortalece el bloqueo a Cuba, y el gobierno castrista lanza la consigna de los vínculos de los tres continentes de la pobreza: África, Asia y América Latina, la Tricontinental. En 1965, ya dirigida por Roberto Fernández Retamar, la revista proclama: “Sólo una tarea histórica nos es más hermosa que el viejo sueño bolivariano de unidad continental: el nuevo sueño de unidad tricontinental”. Y en el primer (y único) Congreso Cultural de La Habana, en 1968, Fidel Castro asegura: “Los imperialistas dirán que esto es un Vietnam en el campo de la cultura; que han empezado a aparecer las guerrillas entre los trabajadores intelectuales, es decir, que los intelectuales adoptan una posición cada vez más combativa”.

En ese discurso, Castro arenga y elogia al punto de la adulación a los intelectuales. Son ellos los que irán adelante ante el retroceso y el miedo de “supuestas vanguardias políticas” (los partidos comunistas, por ejemplo). Y en ese tiempo, Casa de las Américas es determinante en una empresa: la del conocimiento unificado de la cultura en Latinoamérica que integra idealmente lo producido en poesía, cine, novela, teatro, pintura, música culta y popular en cada uno de los países. Sólo parcialmente se acepta la consigna de Casa: “La cultura es hija de la Revolución”, pero muchísimos se involucran en la empresa que anuncia: “elaborar y difundir un pensamiento capaz de incorporar las grandes masas populares a las tareas de la revolución; crear obras que arranquen a la clase dominante el privilegio de la belleza”.

domingo, 8 de marzo de 2009

El miedo que te quede libre

Carlos Monsiváis


08 marzo 2009

I

En 2009 está profundamente en duda la interminable transición a la democracia. La sociedad, en su mayoría, desconfía de los partidos, rechaza los gobiernos, se siente despojada a diario. Luego de su triunfo tan cuestionable, el presidente Felipe Calderón no ha conseguido la credibilidad necesaria y ha perdido aun una parte sustancial de sus apoyos en la derecha tradicional. Lorenzo Servitje, el empresario conservador más prestigiado en su espacio ideológico, que apoyó su campaña, ahora habla del fin del “microsexenio” de Calderón: “Con la falta de legitimidad, ingobernabilidad social y empecinamiento en conservar en su gabinete y en los principales puestos públicos a sus amigos y gente inepta, es difícil que Felipe Calderón se conserve en el poder”.

El tema básico no es la perdurabilidad de Calderón los cuatro años que le quedan en el mando, sino la muy mencionada y admitida descomposición de la sociedad. Grupos literalmente hambrientos asaltan los trenes en busca de granos de maíz, en las calles de las ciudades las multitudes andan en pos del empleo o en pos de que las mafias que controlan el comercio marginal les den entrada, el gobierno de Nuevo León acusa a quienes protestan por la situación económica y por la presencia del Ejército en las calles de “pagados por el narcotráfico”.

Al mismo tiempo, en los partidos políticos desaparece cualquier asomo de debate ideológico o de visiones críticas. El Partido Acción Nacional mantiene su conservadurismo a ultranza y no lo modifica en lo mínimo, no obstante sus fracasos ostentosos en cada batalla cultural que emprende; el PRI, con grandes posibilidades de volver al poder, aunque sin candidatos que le den fuerza a sus posibilidades, es una confederación de tribus a las que si se les quiere encontrar ubicación histórica se les puede decir “feudales”, y el Partido de la Revolución Democrática, muy obviamente corrompido en buena parte de su dirección, ha extraviado en el metro, por ligarlos a un sitio popular, la identidad de izquierda.

No obstante el derrumbe del grupo que renta carismas y solicita maestros de dicción para aparecer en los comerciales del PRD, la izquierda mantiene una poderosa fuerza social, ya no identificada con el PRD (aunque quizá vote por alguno de sus candidatos), pero muy resistente en lo político, lo ecológico, lo cultural, lo social, las causas de la bioética. Este sector carece por ahora de consecuencias electorales.

* * *

Pese a todo, siguen siendo fundamentales las ideas en este periodo de supervivencia. Así se agoten y pierdan eficacia, o se diluyan y enturbien, las ideas genuinas incitan a las movilizaciones y la resistencia. Véase si no la trascendencia de las ideas contenidas en estas palabras clave: sociedad civil, tolerancia, transición a la democracia, programas políticos incluyentes, diversidad, pluralidad y empoderamiento, de consecuencias amplísimas aun si devienen lugares comunes o abstracciones pobres.

El proceso trasciende las formaciones políticas tradicionales, y en las alternativas al pensamiento único, hoy tan averiado, las ideas desempeñan un papel principalísimo.

II

El 13 de febrero de 2009, el presidente Felipe Calderón, en la residencia de Los Pinos ante la cúpula del Partido Revolucionario Institucional, es enfático: “Si no lo hacemos, si no ganamos esa batalla (contra la delincuencia), puede ser que la próxima vez que vengan a Los Pinos se tengan que sentar con un presidente narcotraficante”.

Luego, en una lucha repetición por repetición contra la sintaxis, el secretario de Economía Gerardo Ruiz Mateos, coincide: “De fracasar el combate contra la delincuencia organizada, el próximo presidente de la República será un narco. La lógica del ataque del gobierno en materia del narcotráfico es porque precisamente el narcotráfico ya había hecho un Estado dentro del mismo Estado. Es un problema serio, tan serio que tuvimos que entrar, lo más fácil era dejarlo, como dice mucha gente, dejarlo en el estatus en el que estaba, y sí te puedo asegurar que el presidente de la República sería un narcotraficante”.

* * *

Desde Estados Unidos las voces de alarma no coinciden con la seguridad del gobierno mexicano de estar ganándole al crimen organizado. Por un lado, las autoridades federales de Estados Unidos le envían al gobierno frases de salvamento; por otro, cito un ejemplo, el ex zar del combate a la droga Barry McCaffrey, asegura: “México se encuentra al borde del abismo y se puede convertir en un narcoestado en la próxima década” (29 de diciembre de 2008).

Y para alejarse personalmente del abismo, y en otra de sus andanadas contra los culpables (todos los demás), Felipe Calderón es enfático: “Habría que preguntarse cómo es posible que hayamos como pueblo sido capaces de tolerar que semejante barbarie penetrara en la sociedad mexicana, que se asentara en nuestras calles, que penetrara en nuestras autoridades” (15 de febrero de 2009). Luego, convencido de que la autocrítica es un género apátrida, agrega: “El gobierno no puede ni debe hacer solo la tarea de liberar a México de la violencia, por eso, demando la colaboración de las autoridades estatales y a los ciudadanos les pido atorarle a los problemas” (6 de marzo de 2009).

Los grupos del narcotráfico tienen su ejército, sus propios policías, su equipo de inteligencia y de espionaje, a sus propios financieros con los que estudian el mercado. Además, ya cuentan con territorios y ciudades, como reconocen dos secretarios de Gobernación (Juan Camilo Mouriño, Fernando Gómez Mont), sobredeterminan un buen número de gobiernos locales por medio del apoyo o la intimidación o la mezcla de persuasiones, pagan candidaturas a diputaciones y alcaldías, se asocian con empresarios y banqueros, manejan cifras espectaculares de lavado de dinero (actividad casi lícita en la medida en que no se investiga), y compran en Estados Unidos armamentos de primer orden. En síntesis, desafían al Estado mexicano en varios aspectos y ponen en entredicho el funcionamiento de diversas instituciones no sólo de justicia.

Si lo anterior no es cierto, y en el estilo más puro del régimen, cúlpense, lectores, a ustedes mismos por creerle a la realidad, tan influida por la ciencia ficción.

domingo, 1 de marzo de 2009

La crueldad contra los seres vivos

01 marzo 2009


El 24 de febrero de 2009, entre 5 y 6 de la tarde, un comando de encapuchados armados irrumpen en un departamento del fraccionamiento Alborada Jaltenco y asesinan a machetazos y con tubos a cerca de 37 perros y gatos.

La vivienda la ocupa un protector de animales, Javier Cervantes Hernández, de 30 años, que no se encontraba en el momento de la agresión. Según vecinos, los encapuchados (cuatro vestidos de negro y dos de civil) lanzaron los cadáveres de los animales a la camioneta, además de intimidar y golpear a las personas que intentaron detener la matanza. Los muros y pisos de la casa estaban llenos de sangre.

En el domicilio quedaron con vida seis animales, que fueron rescatados la tarde de hoy por integrantes de sociedades protectoras, ya que el resto de gatos y perros sobrevivientes al parecer huyeron, aunque los integrantes de sociedades protectoras afirman que en total fueron asesinados 37 animales. En el domicilio se encontraron en el refrigerador los cuerpos de al menos seis perros y cuatro gatos, algunos de ellos destazados; los animales todavía tenían piel.

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Según el alcalde de Jaltenco, Germán Romero Lugo, del PRD, desde hace tres años vecinos de Alborada Jaltenco se quejaban de la situación, ya que el excremento de los perros producía mal olor y moscas, por lo que el ayuntamiento inició un procedimiento contra Cervantes Hernández por presunta violación a la Ley de Condóminos local, al tener animales en su departamento. A las acusaciones, Patricia Rico Rodríguez, de Animales Desamparados, AC, dijo que Cervantes Hernández “dejaba de comer” para atender a los perros y gatos que recogía en las calles, enfermos o que habían sufrido algún tipo de maltrato.

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Un amigo de Cervantes Hernández, Héctor José Urdapilleta, muy golpeado, narró su experiencia: “Me llamó Javier para decirme que un vecino le había avisado que estaban matando a sus perros. Corrí hasta el departamento y fui recibido por personas de negro, encapuchadas, con armas largas, machetes y tubos. Les pedí que dejaran de golpear y machetear a los perros. ‘¿Eres el dueño de los perros?’ ‘No, pero son de un amigo y vine a ver qué pasaba’. Me metieron al departamento y me empezaron a golpear con los tubos y a patadas. ‘Sabes que estás metido en un grave problema’, me dijeron, al mismo tiempo que me tiraron donde estaban agonizantes los perros.

“Alcance a ver a Tomás, un perro que gritaba desgarradoramente por el dolor de sus heridas. Alcancé a ver a otro perrito que, al huir, de un machetazo le cortaron una patita y a pesar de eso siguió corriendo. ‘Eso es lo que quieres, pues eso tendrás’, y me aventaron sobre los perros masacrados. Me oyeron llorar por no poder hacer nada. Les grité a los vecinos, y todos se quedaron callados. Afuera estaban policías municipales impidiendo entrar a nadie. Junto con los animales destrozados, me subieron a una camioneta y no me permitían subir la cabeza, con las botas me la bajaban, quedando empapado en sangre de los perros.

“Al ver llegar a la policía estatal, sentí un gran alivio, pensé que me rescatarían; tengo muchos amigos en la policía estatal, pero no hicieron nada. Me amarraron con cinta canela los pies y manos y me llevaron al MP, quien no encontró ninguna razón para consignarme, por lo que me volvieron a subir a la camioneta y me fueron a tirar hasta una pequeña barranca no muy lejos de aquí. Desde ahí me regresé caminando y aunque son las dos de la mañana, estoy vivo”.

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Un grupo de defensores de los animales acudió en la madrugada al rescate de los sobrevivientes, varios de ellos fueron golpeados y todos maltratados verbalmente. Se salvaron 17 perros. El licenciado David García Ayala acompañó a las cuatro de la mañana a Cervantes Hernández a levantar la demanda en Tultitlán. Hasta el momento las autoridades han insistido que actuaron así por demanda de los vecinos.

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Se puede insistir, de acuerdo a la normatividad, en las infracciones cometidas por Cervantes Hernández y la inconveniencia de tantos perros y gatos en un espacio reducido. Pero no se utilizó lo debido, un procedimiento administrativo, y lo que se hizo es de un salvajismo tal que nulifica las sórdidas explicaciones del edil perredista y explica perfectamente la jactancia de estas autoridades incapaces de entender los significados de la crueldad y las consecuencias de ese trato dirigido contra seres vivos. Esto aquí es lo principal. Lo que narra Urdapilleta es una escena intolerable en varios sentidos, y trasciende el “sentimentalismo” atribuido a los amantes de los perros y gatos. En efecto, y esta es mi convicción, los animales tienen derechos y negar que sufren y reírse de este sufrimiento es, como se le quiera ver, otra prueba de la deshumanización. El ser humano no puede ni debe celebrar el dolor infligido a seres vivos, ni tiene sentido negar que tal insensibilidad se traslada luego y con fuerza a la furia contra seres humanos.

En México, uno de los países en donde las corridas de toros se elevan al rango de “arte taurino”, en cabal y feliz ignorancia de lo que significan los preparativos de las corridas y la falsa “igualdad de oportunidades” para el toro y el torero, se ha visto recientemente el aplauso dedicado a un niño que a los 11 años ya incursiona en esa matanza “artística”. Se ha protestado, y con toda justicia, contra el trato de los animales en los circos, y los dueños han emitido declaraciones en las que la hipocresía anda en el trapecio. Esto para no hablar de las condiciones de los rastros ni del trato infligido por los encargados de los antirrábicos a los animales callejeros. Se alaba e incluso se califica de “conveniente” la crueldad; no importa, está bien porque se aplica a seres irracionales, y en época de crisis a quién le importa lo que le suceda a todo aquello que pertenece al rumor de lo “inhumano”.

Por eso, no obstante las movilizaciones de los defensores de los derechos de los animales, lo casi seguro es la inexistencia noticiosa de este acto aberrante en Jaltenco, con todo y el desvarío explicativo del alcalde perredista. Pero cada vez se aclara más un hecho: la crueldad contra seres vivos es parte del proceso educativo en la deshumanización.